lunes, 29 de abril de 2013

La Princesa Busca Marido de Jorge Bucay

Las historias de amor, a veces, se terminan. Las relaciones llegan a su final. Yo he tenido un sentimiento de que esa relación ha "muerto", de haber perdido algo que ya no se puede recuperar.


Cuando me han preguntado por mis motivos para terminar una relación, siempre he pensado en el cuento de Jorge Bucay, La princesa que busca marido.

Este cuento ilustra mejor que muchas teorías, porqué las relaciones se "mueren" y acaban.

Cuando tu pareja, si puede ayudarte, no te ayuda, o pudiendo aliviar tu malestar o sufrimiento, no lo hace, la relación ha terminado.


 


viernes, 19 de abril de 2013

Una Historia de Amor

Cuando empecé a convivir en pareja me sorprendí de mi propia capacidad para mantener en equilibrio y la harmonía en esa relación.
Me di cuenta que mi comportamiento era vital para que la relación funcionase. Empecé a entender que no podía dejarme llevar, que no podía abandonarme a mis emociones o a mis impulsos. Que era parecido a otras situaciones de mi vida, que para funcionar requerían de mi esfuerzo. Si yo me moderaba, me controlaba, me relajaba, había un efecto inmediato en la pareja. Después de quejarme durante bastante tiempo de las miserias de la relación y de culpabilizar al otro sin éxito, comprendí la frase, “si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiarte a ti mismo”.
La pareja es una combinación de dos personas, pero quizás sólo hace falta una con voluntad, para empezar a ponerla en equilibrio.
Hay un “sano egoísmo” que para mi pasó a ser muy importante, no olvidar tus intereses y dedicarte tu tiempo. Si tú te sientes feliz, es más fácil hacer sentir feliz a otro.
Todo esto me llegó siendo joven, en una relación de pareja de la que quise escapar pero no podía. Ante mi impulso de escapar, tuve que esperar. Mi situación económica, laboral y personal me mantenían ahí.
Mi pareja y yo teníamos que convivir en una habitación relativamente espaciosa, de un piso que compartíamos con más personas.
Aunque hubiéramos deseado huir y escapar el uno del otro en muchas ocasiones, no era tan fácil. El clima del norte de Europa no nos dejaba salir a la calle tan a menudo como queríamos y nuestra situación económica era difícil. Trabajábamos bastantes horas, y no teníamos ninguna privacidad al llegar a casa. A veces sentía que las paredes de aquella habitación se encogían, que aquél espacio me asfixiaba, otras veces sentía que iba “explotar” porque necesitaba un respiro. Nos encontrábamos físicamente muy juntos, y éramos dos personas muy diferentes.
El enamoramiento inicial había pasado a un desencanto que nos dejaba fríos.
Nos molestaban bastantes cosas del otro, y al ser tan jóvenes, no teníamos mucha paciencia.
Aunque a medida que pasaba el tiempo, y aprendíamos a convivir (en gran parte por necesidad), veíamos como nuestra relación se iba “puliendo”, y poco a poco empezaba a brillar.
Empezamos a entender que nos necesitábamos el uno al otro en una ciudad en la que no teníamos familia, la cultura y el idioma  no eran los nuestros, y los amigos vivían lejos. Para añadir diferencias, nuestra cultura e idioma eran también diferentes. Entre nosotros hablábamos dos idiomas, el suyo y el del país en el que vivíamos. Rápidamente cambiámos de un idioma al otro, lo que a veces, creaba confusión. Mi idioma quedó en el olvido, y sólo lo usaba en mis sueños y con agunos compañeros de trabajo de forma esporádica.
La crudeza de la ciudad era a veces insoportable, el clima y el estigma social de ser inmigrantes nos pesaban. Para aliviar nuestra soledad y el desamparo, decidimos valorar nuestra compañía de forma diferente.
Conscientes del grado de complicidad que íbamos consiguiendo, empezamos a disfrutar más nuestro tiempo juntos. Ya no nos molestábamos el uno al otro, nos apoyábamos. Ese apoyo empezó a ser más constante y genuino, nos cuidábamos el uno al otro. A veces tenía la sensación de que éramos como dos personas de una misma familia que sienten que se tienen que ayudar.
En esta evolución, con el tiempo yo empecé a mirar más por mis intereses y necesidades. Conseguí cambiar de trabajo y me sentía más feliz con lo que hacía. Si yo me sentía más feliz, la relación mejoraba. Contrariamente a lo que podía pensar, que me dedicara más tiempo mí no nos separó, nos unió más.
Así empecé a ejercer mi responsabilidad. Intentaba aportar lo mejor de mí, no abandonarme y seguía cuidando mis intereses. Nuestro último año fue el mejor. Nuestra relación no podía brillar más.
Aún hoy la recuerdo como un gran logro, un antes y un después. Una lección de vida que conseguimos con tenacidad, paciencia y esfuerzo. Que nos llevó a conocer nuestros límites y pero también nuestro potencial.
Retomar de la memoria esos recuerdos maravillosos (decidí quedarme con los buenos), me hace sentir mejor persona y me recuerdan que, “la realidad es siempre del color del cristal con el que se mira”.
Me gustaría añadir un último comentario de Giorgio Nardone que escuché en un seminario; Es muy difícil mantener una relación sentimental sólo con la voluntad, hace falta esa “chispa”, esa atracción natural o química que se da entre dos personas y que no se puede crear con la voluntad o la determinación. Si falta la “chispa” o la química, esa pareja estará seguramente condenada a fracasar, antes o después.

miércoles, 10 de abril de 2013

La Sanadora de Heridas/La Besadora

Voy a terminar con “Los errores de las mujeres en el amor”, hablando de dos últimos patrones.


La sanadora de heridas

Se trata de un antiguo patrón. Es un tipo de relación en el que la mujer se une a un hombre herido por una relación anterior que apenas ha terminado, o que ha terminado de forma dramática.

Ella intenta “curarlo” con su amor y cuidados.

Hay tres posibles salidas a este patrón: que consiga curarlo, y él, después de recibir las curas ya no la necesite más y se vaya por su camino. Que no consiga curarlo, y tenga al lado a un “dolorido”, que necesite cuidados constantes y que no le regale ninguna satisfacción sentimental , y el tercero y “quizás el más doloroso, se cumple cuando el herido ya sanado y rehabilitado vuelve con su pareja anterior, que se lo ha repensado y lo requiere, probablemente para masacrarlo de nuevo” pg.127

Igual que en el modelo de la Remera, “será otra la que disfrute del trabajo hecho para transformar al hombre en capaz y deseable”,” aunque en este caso el trabajo sea sobre las heridas de amor, y no sobre su crecimiento personal o su capacidad en sus habilidades como amante”. pg. 128



Puedo volver a hablar de mí otra vez, en mis últimos años de la adolescencia conozco a un chico a través de una amiga. Ya antes de conocerlo me dicen que está destrozado por una relación anterior. Que se siente deprimido y que están preocupados por su estado emocional. Se presenta como un hombre tímido y sensible, y por su actitud parece tener una baja autoestima. Me cae bien, y nos pasamos la noche hablando. Empezamos a vernos más a menudo, y nos hacemos pareja. Debido a mi juventud e inocencia, paso por alto las constantes referencias a su ex novia (que era el amor de su vida, que nunca había sido tan feliz, que ella era todo para él, etc…) En mi ingenuidad, me parece verlo cada días más animado y entusiasmado. Pero su entusiasmo no se debe a los progresos de nuestra relación, sino a que él ya se sentía fuerte y capaz para volver al lado de su ex pareja.

 

La besadora

Como dice G. Nardone, éste en un patrón de “última generación”. Se trata de la mujer que va en la búsqueda constante de encontrar a un hombre para tener pareja y formar una familia. Por la búsqueda de la estabilidad y por su rol activo, se diferencia de otros patrones.

La mujer se comporta como un “animal depredador siempre a la caza, hasta que consigue su objetivo” pg. 84.

El estilo “de caza” puede ser diverso: “agresivo y directo, indirecto y sutil, e incluso refinado” pg. 84.

Para obtener la presa, cualquier medio es válido, “también la aparente amistad con otras mujeres es sólo estratégica” pg. 84.

Cuando la mujer consigue su objetivo, crea un aislamiento que protege al hombre respecto de los otros. Necesita esa seguridad y ve en otras mujeres a una posible y peligrosa rival.

Se deduce de tal comportamiento que no permite seleccionar bien a la pareja. La mujer se contentará fácilmente con tal de poner freno a su estresante búsqueda.

“Un poco como el viajero que toma siempre el primer tren que pasa por miedo a que no llegue otro, o el depredador hambriento que se llena el estómago con la primera cosa que encuentra para comer”. pg. 85.

Se sacrifica una relación verdaderamente feliz y por la ansiada seguridad, no es raro que poco después tengan hijos, “los hijos sirven sólo para llenar los numerosos vacíos de la relación” pg. 85.

“Una gris seguridad protege de cualquier riesgo de explosión de color, y de vida” pg. 85.


Un ejemplo de hoy son las páginas de relaciones por Internet. Las mujeres y hombres se lanzan a buscar pareja, a veces de forma desesperada. Se realizan varios intentos, pero después de un tiempo y en función de la edad y del grado de "desesperación", empiezan a cansarse y a conformarse con lo primero que aperece.





viernes, 5 de abril de 2013

Ser sabios en el amor

Giorgio Nardone nos argumenta varias razones por las que las parejas pueden funcionar en equilibrio:


1. La pasión va en contra de la razón, es decir, el amor apasionado va en contra de la reflexión, “volviendo a citar a Pascal:”el corazón tiene razones que la razón no conoce”” pg. 147.

2. Para mantener la excitación, necesitamos variación. Aquello que se mantiene constante, aunque sea agradable, pasará a no crear ningún efecto. No se debería perder la pasión inicial, y deberíamos evitar acomodarnos.

3. La desilusión, tras el enamoramiento, es inevitable. El desencanto se debe aceptar como algo natural, y no ser razón de rechazo.

4. La pareja es una nueva unidad, no puede reducirse a los dos individuos particulares. La pareja es algo más que una combinación de las características de ambos. Hay que evitar echar la culpa al otro de cualquier dinámica, en cuanto es causa de la propia relación.

5. Para mantener la pareja hay que combinar los intereses y deseos de ambos, “la pareja es la confluencia de dos egoísmos” pg. 148. Se deben mantener los intereses de ambos para evitar la complementariedad que resulta perjudicial. “La complementariedad no es buena por definición” pg. 148

6. La pareja debe ser flexible en adaptarse a los cambios que el tiempo le demande. Tanto a nivel físico, como en las fases que pueda pasar.




Parejas Felices:


Nardone describe tres características comunes que confluyen en parejas felices y que mantienen su relación muchos años:



  • Mantener el cortejo durante toda la vida de la pareja, cortejarse no sólo en el plano erótico sino también en relación a la seducción. En muchas parejas, el cortejo termina pronto, dando paso a la vida acomodada de pareja y familia. Él describe el ejemplo del albatros, el único animal que mantiene la misma pareja toda su vida a través del cortejo. “Cuando un albatros vuelve por primera vez a la colonia, baila con muchos compañeros, pero después de varios años el número de aves con que se relaciona va decayendo, hasta escoger un sólo compañero y siguen perfeccionando un lenguaje individual, que terminará siendo único para esa pareja” Wikipedia.

  • La complicidad. Frente a cualquier problema, la pareja está a su lado, “sin sustituirlo pero haciendo sentir su, siempre presente, apoyo” pg. 150. En las relaciones de pareja, por lo común podemos observar que ésto no sucede a menudo. Por ejemplo, si en una reunión con más gente, uno de ellos se equivoca, el otro debería salir al paso y ayudarle inmediatamente. Lo que sucede a menudo es que ante una equivocación de uno, la reacción sea la crítica de su pareja.

  • Otra característica de relaciones a largo plazo es la exclusividad, “lo que hay entre las dos personas es único y no replicable con ningún otro sujeto” pg. 150.

Esto no es algo natural o espontáneo en las relaciones, es algo que se cultiva. “Como la flor más hermosa, si no se cuida con constancia, puede desaparecer en una sola noche” pg. 150.


Estas tres características comunes a las relaciones felices a largo plazo nos pueden parecer algo simplistas hablando de la complejidad de una pareja. Pero como dice Louise Hay en uno de sus libros, “en las cosas más simples, están las cuestiones más profundas”.

El autor, al final también nos recuerda que no hay una receta concreta para la felicidad de pareja, ya que si la hubiera sería “una obra de un gran artista” pg. 150.


jueves, 4 de abril de 2013

Patrones. No se trata de cambiar


G. Nardone habla de los patrones como estilos de comportamiento en las relaciones. Cada patrón no es disfuncional en sí mismo, sólo su repetición en el tiempo lo es. Puede funcionar bien al principio, pero después fallará.

Un patrón de comportamiento relacional se crea a través de muchos años, es parte de la identidad de esa persona. No es posible intentar anularlo, o querer cambiarlo de forma radical. Si pretendemos anularlo o cambiarlo, así sólo conseguimos que la identidad personal se desestabilice, pudiendo llegar incluso a una patología psicológica.

Aparentemente, no hay salida a esta situación. Pero el hecho de que no puedas cambiarlo no implica que no puedas modificarlo. Se trata de reorientarlo cuado sea necesario, para evitar que, “se cristalice en un esquema fijo” pg. 140.

La única forma de conseguirlo es poner en confrontación la fuerza misma de nuestra emoción. Es decir, crear una sensación de aversión al radicalizar o llevar a las últimas consecuencias nuestro patrón. Si vemos cómo puede llegar a evolucionar nuestro patrón de comportamiento, lo empezaremos a temer.

“El miedo de un sufrimiento mayor del que tenemos en el presente, nos permite superarlo para evitar consecuencias peores” pg. 140.
Es una forma indirecta de gestionar las emociones, ya que cuando usamos la razón o la voluntad no conseguimos mantener a raya nuestras pasiones.

Añadiendo patrones diferentes al suyo, la mujer puede liberarse de la” jaula” de estar interpretando siempre al mismo personaje. Es raro ver a una mujer que sólo interpreta uno, normalmente hay una combinación de patrones parecidos y que se complementan entre sí.

Nardone nos dice que si se añaden de forma voluntaria algunas variaciones al patrón, después pasarán a ser también espontáneas, “retomando de Pascal la famosa indicación “compórtate como si tú creyeras, la fe no tardará en llegar”” pg. 144. Quiere decir que si te comportas de una manera algo diferente, aunque no sea de forma espontánea, si lo repites y lo incorporas a tu abanico de conductas, llegarán a ser espontáneas con el tiempo.

Por ejemplo, si eres una mujer del tipo Penélope-sanadora de heridas, y tu forma de relación con los hombres es la de cuidar, ser dulce, delicada y paciente, puedes incluir alguna variación al modelo. Puedes incluir algún comportamiento de la amazona o de la bruja. Intentar ser más líder como la amazona o transgredir más en algunas ocasiones para evitar ser víctima de tu propio “encantamiento”.

Una mujer del tipo bruja-amazona puede incluir comportamientos de la que busca el príncipe azul. “Para tener a raya la tendencia a irse con todos para luego pisotearlos, y después acabar pisoteada o abandonada ella también.” Pg. 144

“como en el cine, el actor que quiere añadir personajes nuevos al repertorio debe evitar hacer cambios muy grandes; si el actor dramático entra a hacer cabaret, normalmente no hará reír a nadie”, “Si en lugar de éso, interpreta papeles diferentes pero próximos a su personaje principal, tendrá más éxito a la vez que le causará menos esfuerzo, y también modificará la percepción de él como actor vinculado a un solo papel” pg. 145.

La mujer que se comporta con meridiana claridad y simplicidad, como la educación nos enseña a las mujeres a ser siempre coherentes, la convierten en una persona predecible. Esto mismo les sucede a las mujeres con los hombres; el hombre perfecto o siempre correcto, puede llegar a ser insoportable. La persona que es menos predecible, parece más intrigante y misteriosa, por tanto más atractiva también.

Hay una regla de la psicobiología que dice que: ante un estímulo que se repite, aunque éste sea agradable, nuestro sistema tenderá a adaptarse a él.

Introducir variaciones a nuestro patrón, no sólo nos ayuda a no volvernos rígidos sino que se convierte en indispensable para hacernos más deseables.

Así que, “no podremos lamentarnos de haber sido rechazados siendo personas aparentemente correctas que no han hecho nada mal o equivocado”, “Los aplausos no se piden, se ganan” pg. 146.


Esta última frase del autor, me recuerda a algunas situaciones de pareja. Cuando mujeres y hombres comentan, “aún no sé porqué me abandonó, yo hice las cosas bien”.

Excepciones a la regla a parte, yo no entiendo cómo ellos no "saben" porqué les abandonan. Quizás has resultado predecible, o has abusado de algún comportamiento que ha desgastado esa relación, o te has desgastado tú mismo. Creo que es más fácil asumir el fin de una relación, cuánto más control tengas en esa relación. Es más fácil de llevar si "lo ves venir", o si te anticipas a lo que pueda pasar.
Quizás haya personas que abusan de tu confianza y debes poner límites, o quizás sea al revés.


Me sigue molestando cuando las personas no aceptan su parte de responsabilidad en una relación. Si te han dejado y te preguntas porqué, deberías averiguar los motivos si es posible. Si esa otra persona no está “loco/a” y se trata de alguien razonable, argumentará sus razones.
Está claro que si te abandonan por traición, u otro motivo moralmente discutible, conoces los motivos de ese abandono.


No se debería perseguir a quién te ha dejado porque nos sintamos dolidos.

Creo que hay personas a las que es muy difícil abandonar, porque raramente te ofrecen motivos, y si te has desgastado y te dejan por ésto, tú también tienes tu parte de responsabilidad. Es algo parecido a decir, “los aplausos no se piden, se ganan”.













Penélope

Quizás el más antiguo, el mito de Homero y Penélope. La reina que tejiendo y tejiendo, espera el regreso del heroico marido.

Nardone dice que ésta es una mujer ,“llena de virtudes, es bella y elegante, sobria y esquiva en relación a otros posibles hombres que la cortejan, inteligente y autónoma, que nunca abusa de la paciencia de su pareja con sus problemas” pg. 133.

Pero tanta perfección vivida de forma cotidiana, hace que en el hombre “estallen” las más antiguas tentaciones y perversiones. Algo parecido a lo que ocurre en el modelo de la mujer-hada.

Hoy en día, Penélope no espera el regreso de su heroico marido, porque ella es la amante.

Se convierte en la amante de un hombre ya casado o con pareja, a menudo con hijos y permanece a la espera de que él abandone esa relación para irse finalmente con ella.

Aunque Penélope siempre encuentra maneras de justificar el comportamiento del hombre, la realidad es que difícilmente él dejará a la otra o a su familia. “la dulce espera se convierte en lenta y sufrida agonía” pg. 134.

Lo que ella no consigue ver es que su actitud dulce y suave, y sus encuentros llenos de magia y emoción, lo que consiguen es reforzar la otra relación, más que debilitarla.

“De hecho, con su presencia y su disponibilidad, la mujer viene a compensar las carencias de la otra relación” pg. 134

Se crea un equilibrio, en que el hombre sólo tiene ventajas y ningún inconveniente.

En este triángulo hay una gran complementariedad, tanto que si el hombre se decide por una, la otra mujer entrará en crisis. “Por tanto, o deja las dos, o a ninguna” pg. 134.

“No es casualidad, que la única salida sea representada por una tercera mujer que reúna en ella las características de las otras dos. Pero encontrarla es una empresa imposible, aún para el más genial y sagaz de los Ulises contemporáneos” pg. 135.


Este patrón es común hoy en día, quizás tanto como lo haya sido siempre. Sólo recuerdo el caso lejano de una chica enamorada de un hombre casado. Su relación se remontaba años atrás. Ella había organizado su vida a través de los encuentros con su amante. Me vienen a la memoria las justificaciones constantes de ella hacia él. Le creía y lo tomaba todo al pie de la letra. Después de años de excusas y desplantes, aún hacía planes de futuro con él. Desde fuera veíamos que ese futuro pintaba bastante “negro”.











lunes, 1 de abril de 2013

La Remera

Este es otro patrón en aumento en nuestros días, ya que es la mujer quién ayuda al hombre a conseguir los objetivos que por sí solo no conseguiría.


La mujer, gracias a sus capacidades y su tenacidad, ayuda al hombre a afrontar los retos de la vida. Es un modelo parecido a otro que explica G. Nardone en su libro, el de la enfermera.

“También en este caso se presenta una mulier fortis y un macho débil”, “Ella sacrifica mucha de su energía en ayudar al compañero a elevarse socialmente y personalmente” pg. 115

El objetivo de esta mujer es el de “gobernar la barca de una orilla a otra con quién no sabe ni nadar, ni remar, ni gobernar una embarcación en el impetuoso río de la existencia”. Pg 115

El motivo de la incapacidad del hombre puede ser variada; por fobias o inseguridad personal, por bloqueo psicológico o verdaderas patologías psiquiátricas.

El patrón que se repite en este tipo de mujer es siempre el mismo, conseguir con abnegación la misión de llevar a su compañero a superar sus límites.

Esta mujer podría pasar por un auténtico “coach”, pero en este caso, sólo ella vislumbra en su compañero aquellas dotes que casi siempre después consigue hacer emerger.

También puede pasar que el hombre tenga pocas cualidades, y que su misión sea la de buscar algo que en él, que realidad no existe.


El problema aquí es que el merecido éxito de esta empresa no es habitualmente para ella. “El que es gobernado hasta la otra orilla, muchas de las veces salta de la embarcación y continúa su propio camino junto a otros, dejando a la remera con los remos aún en la mano, exhausta por el esfuerzo y destrozada por el abandono” pg. 116

Si el hombre, por ejemplo, consigue éxito en el trabajo, se dará cuenta que es más deseable que antes. No dudará en abandonar a la remera y quedarse con alguien más joven o atractiva, aunque sólo estén interesadas en sus favores profesionales.

El que era incapaz antes, se siente por fin deseable y fuerte, así que ya no necesita a quién le ha ayudado tanto, que pasa a ser un estorbo que le impide ya expresar libremente sus nuevas posibilidades.

“Así que rechazarla, traicionarla o abandonarla se vive por el hombre no como una culpa, sino como un razonable e incontestable derecho” pg. 117.

La evolución de este patrón es fácil de imaginar.




Aquí puedo hablar de mí, conocí a un chico de forma que se podría llamar “amor a primera vista”. Nos gustamos y empezamos a vernos a menudo. Tras unas pocas semanas de relación, una amiga me avisa de que a mi nuevo chico le han diagnosticado un trastorno maníaco-depresivo por un trauma que sufrió un año atrás. Mi amiga me alertó y me aconsejó que fuera con cuidado. Tomé el consejo con poco entusiasmo y pensé que podríamos superarlo. No le di más importancia, y seguimos con nuestra relación. Él era algo caprichoso a veces, y su comportamiento algo extraño. No me dejé intimidar, y decidí ayudarlo usando mis conocimientos y mis recursos. Él empezó a confiar y a explicarme sus problemas y preocupaciones. La relación pasó a ser como una sesión de psicoterapia en continuo. Terminaba exhausta algunas veces, pero me alegraba y me daba satisfacción ver los progresos. Después de unos meses de intensivo apoyo y paciencia, un día me descubre que: “ya me siento bien, vuelvo a ser el que era antes”. Yo había notado que estaba bastante mejor, aún así me alegro de esta noticia.



Poco tiempo después me empieza a contar historias de una gran amiga a la que consideraba bellísima y muy especial, pero con la que nunca se había atrevido a "llegar a más". Me quedo sorprendida cuando me dice que su amiga viene unos días a la ciudad. Me afirma que no me preocupe, que irá a buscarla al aeropuerto y después la llevará a su hotel. A partir de ese día nunca más supe de él.



La Amazona

Las amazonas eran un antiguo pueblo del Medio Oriente dónde las mujere tenían poder absoluto, y eran unas temidas guerreras.

Aquí nos referimos a una mujer de hoy, de carrera y con capacidades sociales. Con inteligencia y capacidad de análisis, puede ser bella o no.

Su trato fundamental es el de una ostentada seguridad, una extrordinaria energia que desarrolla en cada contacto humano y una cierta inclinación al mando". pg. 63
El patrón que se deriva, lógicamente, es una dinámica de relación dónde ella quiere tener al hombre sometido y en condición de inferioridad. Si encuentra a uno que la reta o que no consigue someter, ella no parará hasta conseguirlo.

Pero esta habilidad “Se puede fácilmente transformar en un mortal boomerang” pg. 63

Si ella pretende ser la líder, el hombre debe ser el débil o el que siempre queda por debajo.

Ellas se sienten atraídas por hombres fuertes y capaces, que consigan hacerlas sentir protegidas y seguras. Pero en su necesidad de someterlos o hacerles sentir inferiores, hacen que ambas cosas sean irreconciliables.


El patrón se puede desarrollar en un “la condena a un constante pasaje para vencer la condición contradictoria de su comportamiento.” Puede pasar de un hombre a otro en su imposible búsqueda. “de una desilusión a otra en la codiciada e irrealizable cuadratura del círculo: un hombre que sea al mismo tiempo dominador y dominado” pg. 63


La evolución del patrón puede acabar en una serie de relaciones fracasadas, que ella misma termina, ya que se lanza en busca de una nueva batalla que vencer.

Sólo unas pocas consiguen encontrar una relación que las satisfaga, en la que se sientan líderes y que tengan la ayuda y protección que necesitan.



Pero la mayoría encuentra más satisfacción en su vida laboral que en la sentimental, dónde sus cualidades las llevan a llegar alto.



Quién no conoce a una mujer así, el caso de una amiga. Una chica desenvuelta, con grandes habilidades sociales, brillante, y ambiciosa. No era especialmente guapa, pero creo que no le hacía falta. Los hombres se quedaban encantados con su capacidad para salir airosa de cualquier situación, sus recursos y su inteligencia. Era una persona totalmente autónoma y muy capaz, en el trabajo siempre destacaba y conseguía lo que quería.

Su relación con los hombres no era tan brillante. Tuvo varias relaciones, ella siempre se quejaba y se acababa cansando de ellos. Encontraba hombres muy capaces, pero que siempre se dejaban dominar. Conoció al que luego fue su marido, en esta relación ella encontró un equilibrio. Ella no podía evitar seguir con sus intentos de dominarlo constantemente, retarlo o hacerle sentir inferior. Él tenía carácter y empezó a cansarse. Descubre, un año después de su boda, que él la engaña con su mejor amiga. Ella quedó devastada, por la traición de ambos y la mentira. No conseguía entender cómo siendo tan capaz en muchos aspectos de su vida, no hubiera visto o anticipado tal engaño. Aún así , terminó con esta relación y siguió con su devoción al trabajo. Un tiempo después creó su propia empresa con éxito.

La Bruja

Si el hada es bella, espabilada, buena, siempre motivada por las mejores intenciones”, “la que hace de la vulgaridad y de la agresividad el lema de su propio estilo de vida y su modo de relación con el otro es la bruja” pg. 77


Normalmente se viste de forma poco favorecedora y cuando habla no es para decir cosas agradables.


Al contrario de lo que se pueda pensar, este tipo de mujer atrae a tantos hombres como pueda atraer el hada. El motivo es que este tipo de mujer transgrede de forma que no lo hace ninguna otra. Si el hombre va en busca de emociones fuertes, se sentirá atraído por ella.


Otra posibilidad de relación, es con hombres que en su relación de pareja no han conseguido realizar sus fantasías transgresivas.

Sus relaciones se amplían, no quedándose en una rígida relación heterosexual, con posibles relaciones entre ambos sexos, y que pueden ser mayormente ocasionales.


El problema llega cuando por su estilo agresivo, se siente rechazada por todos. No sólo por los hombres, también por sus amigas.


En la evolución natural de este patrón, ella puede acabar abandonando este comportamiento y dulcificarse, por ejemplo, si se casa y tiene hijos. También puede acabar convertida en una moralista acérrima o con más frecuencia, pasar de ser bruja a inquisidora, “adquiriendo en este nuevo rol una renovada virginidad” pg. 79.



Me recuerda a una amiga de la infancia, con la que compartí algunos años de la adolescencia. Tenía un comportamiento duro y agresivo en general. Vestía como un chico, y era poco femenina. Su forma de caminar y moverse me recordaban a la de un caballo. A veces, en lugar de hablar, gritaba o insultaba. Sorprendentemente, tenía un enjambre de hombres alrededor. Por diversión los humillaba, otras veces los retaba o intentaba ganar compitiendo con ellos. Ella pasaba de uno a otro con pasmosa facilidad. Años después, en su juventud, su comportamiento aunque más tranquilo, seguía siendo bastante agresivo.