Un príncipe azul sería aquél hombre que es bello, bueno, encantador, lleno de virtudes, y con sentido de la responsabilidad.
Se puede aplicar a mujeres con alta auto-estima, porque sean bellas, o porque son inteligentes o tienen otras cualidades sociales, y se creen con la capacidad de poder aspirar alto.
Según Nardone, si antiguamente había pocos hombres así, hoy en día hay muy pocos. Como he comentado anteriormente, “la sociedad actual ha creado unos hombres que tiene muchos derechos y pocos deberes, muchas oportunidades pero pocas responsabilidades”. En palabras de Nardone, “la evolución sociocultural de los últimos decenios ha transformado al fuerte macho tradicional en uno flojo y sin carácter”, “para aspirar a tener el título de príncipe azul deberían ser hombres capaces de hacer sentir la propia compañera constantemente fascinada y protegida” pg. 28
Encontrar un príncipe azul hoy en día es tan difícil como encontrar una aguja en un pajar. La mayoría de estas mujeres después de buscar durante un tiempo se riden y renuncian, se contentan entonces lo que haya disponible para no quedarse solas.
Pero “al primer manto azul que nuestra buscadora vea pasar por su lado, sin importar que tenga ya su princesa o que sea soltero, la pasión por el príncipe se desencadenará inevitablemente de manera irrefrenable” pg.29
Muchas veces no consigue seducirlo, pero si lo consigue, con probabilidad se dará cuenta que el príncipe sólo existía en su imaginación y que no es el hombre que ella anhelaba.
Otra variante, es la de aquéllas mujeres que afirman haberlo encontrado, pero que tienen un percepción alterada de él. Los problemas aparecen cuando llega la inevitable desilusión. Se dan cuenta que su príncipe tiene muchas cualidades, pero que no les proporciona la emoción necesaria y empiezan a verlo como aburrido e insoportable.
En líneas generales, mujeres insatisfechas en relaciones de respeto y protección pero dónde no hay pasión, se encuentran atraídas por hombres que son lo contrario de sus parejas. En muchas ocasiones acaban con canallas, hombres sin escrúpulos, a menudo desequilibrados y puede que hasta peligrosos, con los que las emociones fuertes nunca faltan.
Pero con gusto la mujer se lanza para seguir y transformar a este hombre que la ha “enamorado”.
Hay muchas historias así, yo recuerdo el caso de alguien cercano. Una chica tranquila y educada, responsable, trabajadora y guapa. Después de varios años de relación con su novio, deciden casarse. Hasta ahí todo iba bien, pero una noche de verano conoce a un chico “encantador”. Ella lo encuentra irresistible, se enamora apasionadamente y decide terminar con su futuro marido sin pensarlo. Empieza una relación llena de las emociones fuertes y la pasión que no tenía antes. Afirma “yo pensaba que conocía el amor, pero es ahora que lo he encontrado”.
Pero este nuevo chico, como dice Nardone “de príncipe no tenía ni el manto, ni las botas, ni tampoco el caballo”, más bien era maleducado, desagradable y algo desequilibrado. Aquella relación fue un desastre, llena de problemas y desengaños. Finalmente terminó tras varios años de sufrimiento. Pero ella no se rindió y continuó buscando otros príncipes “parecidos” a éste que había perdido, que la hicieran sentir una “gran” emoción.
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